Se destruyó los ligamentos de su rodilla esquiando en Montana. Sumergió sus pies en el Danubio, frente al esplendor nocturno del parlamento húngaro. Siguió la estela de la aurora boreal en los helados yermos de Laponia finlandesa. Palpó las nubes en el Mirador de Tres Cruces. Amaneció chacchando coca en la isla de Taquile. Devoto de la ficción y la no-ficción. Vive el fin de cada historia como el inicio de la siguiente.